* Recuerdos de la labor de un año, de un periodista que enseñó la forma de hacer un mundo mejor a través de las páginas de su diario, fundado en una histórica provincia de Chile.
* Su respeto al ser humano, y a sus derechos y deberes, son un ejemplo a seguir… Creó el Decálogo de un buen candidato a cargo electivo.
Entre los muchos libros sobre el judaísmo y el Holocausto que guardo en mi biblioteca personal, se encuentra un gran legado de mi padre. Su biblioteca era rica en textos que hoy son fuente innegable de los hechos históricos que afectaron al mundo moderno.
Sus permanentes viajes al extranjero y sus incansables visitas a las editoriales y librerías argentinas sirvieron para llenar anaqueles con obras que leía con avidez.
Este personaje, de pluma aguerrida, de periodismo fustigante y defensor de los derechos ciudadanos, fue un pionero en su género y volcó miles de cuartillas en las páginas de su diario “Crítica”, que fundara en la ciudad de Rancagua, en Chile, el 28 de agosto de 1948, para ir en defensa de sus principios basados en la hermandad de los pueblos, la paz, la libertad y la plena democracia.
Tulio Astudillo Sanhueza (1913-2001), fue contador de profesión, typist (mecanógrafo) bilingüe en las oficinas de la Braden Copper en Sewell, (ciudad histórica enclavada en la cordillera, donde se encuentra la mina subterránea de cobre más grande del mundo); escritor, poeta, dibujante técnico y diseñador gráfico. Su ágil pluma, su magnífico manejo del idioma y del estilo, sumados a su amplia cultura le llevaron al periodismo escrito a mediados de los años ´40, como socio principal y director del diario “La Tribuna” de Rancagua.
Comenzó en los medios de difusión como empresario radial en CC 135, Radio Central. Su socio fue Gonzalo Rubio. En esa Sociedad Difusora Radial Limitada compartió micrófonos con Miguel Angel Yáñez, Leo Guerrero, Kika, Mónica Valdés, Arturo Gatica, Raúl Videla, Ofelia Gacitúa, Marita Buhrle, Nibaldo Iturriaga, Romilio Romo, Luchita Botto y muchas figuras más de la radiotelefonía, del teatro y de la canción de los años 40 y 50.
Luego del cierre de esta emisora, se dedicó sólo al periodismo escrito.
Sin embargo, su sangre artística fluía con sus amigos invitados a presentarse en el Teatro Apolo: Renato Deformes y su concurso “El Doble o Nada”, la cantante Magda; Jorge “Jote” Astudillo, el afamado pianista que luego acompañó a Arturo Gatica en sus jiras por el mundo. “No somos parientes, pero como si lo fuéramos”, solía decir.
Le abrió las puertas de su diario a escritores de la talla de Gonzalo Drago, Luis Aníbal Fernández, Félix Miranda, Eduardo de Geyter, Raúl González Labbé, Nicomedes Guzmán, Alejandro Flores, Carmen Moreno y a muchos más. Fue propulsor de homenajes al poeta Oscar Castro Zúñiga y a notables servidores públicos de Rancagua. Respaldó la visita a Rancagua de Augusto D´Halmar y otras grandes figuras de la literatura chilena.
Sus campañas en favor del voto femenino, de los derechos del niño, de los sindicatos, de los sueldos dignos, de la educación gratuita, de la libertad de prensa, de reunión, de precios y de abastecimiento, fueron la tónica de sus escritos.
Impulsó jornadas de ayuda económica para el Buen Pastor, para la Gota de Leche. Colaboró con los hogares de menores, Hogar de Niñas de Santa Rosa, Cruz Roja, Club Deportes Rancagua y con todos quienes lo requirieran. Apoyó al Rodeo de Rancagua, al Rotary Club, la Pascua del Soldado, los roperos infantiles y mucho más. Hizo llamados a las autoridades para resolver el problema de la falta de recursos para atender a los niños con minusvalía mental y problemas de desarrollo intelectual.
Abogó por mayor respaldo a la Escuela Industrial, para capacitar al más alto nivel a personal técnico que encontraría en la mina de Sewell una fuente segura de empleo.
Luego obtuvo que el entonces Ministro de Educación (1949) Armando Mallet firmara la creación de la Escuela Industrial de Sewell. El periodista estuvo acompañado por el Secretario General Subrogante de la Confederación de Trabajadores de Chile, Carlos Godoy.
Estimulaba la acción de los “médicos de los pobres”. Enrique Dintrans, Raúl Vásquez y Mario Coppo estaban entre sus predilectos galenos, a quienes reconocía por su afán de servicio y devoción a los más necesitados. También conseguía con su gran amigo el abogado Jaime Cortés la defensa legal gratuita para los que sufrían injusticias y persecuciones.
Fuerte defensor del medio ambiente. En su propio hogar de Campos con Millán en Rancagua, hizo plantar una Araucaria, especie protegida en Chile, la que se preocupaba de regar y mantener personalmente. Abrió también sus columnas a la Sociedad de Amigos del Arbol, a los sastres y a los peluqueros y en especial a los obreros gráficos.
Fue implacable con los usureros; con los que se ensuciaban las manos con los dineros fiscales; con los que abusaban contra los niños; contra el sistema escolar que se basaba en el castigo físico, en que “la letra con sangre entra”.
Cultor de las artes y del deporte. “En el diario éramos tan pocos, que con ayuda de trabajadores de otras empresas juntábamos los jugadores necesarios para un equipo de fútbol”. Peso pluma como boxeador en su juventud. Colgó los guantes para seguir sólo luchando con su pluma estilográfica en el periodismo.
Fustigaba sin piedad, pero respetuosamente, a las autoridades locales y provinciales (O´Higgins y Colchagua), para conseguir que pavimentaran más calles, alumbraran avenidas, mejoraran el transporte público, construyeran retenes de Carabineros, cuarteles de Bomberos, contrataran más detectives.
Mejorar las condiciones sanitarias y de vivienda de todos fueron objetos de artículos y editoriales. Asaz notables sus campañas contra el “alza indebida del tarifado eléctrico”. Planteó y apoyó la creación de un aeródromo local, de un Museo de Recordación Histórica, y de la declaración de una zona histórica de las áreas que fueron testigo de la gesta de la Independencia y de la Patria Vieja.
Decenas de páginas de “Crítica” se dedicaron a defender a los perseguidos políticos, a los inmigrantes, a los atacados por regímenes totalitarios, sin importar la nacionalidad. Fue enemigo de las dictaduras y de las opresiones.
Se sentía orgulloso de su apoyo a la Confederación de Trabajadores de Chile y a su máximo líder y amigo Bernardo Ibáñez Aguila, quien fuera profesor normalista, sindicalista y diputado. Ibáñez perteneció a la corriente anticomunista del Partido Socialista, que se formó en 1944 y que apoyó al Presidente Gabriel González Videla.
La Senadora María de la Cruz fue una de sus columnistas. Abrió los espacios de su diario para propiciar la participación de la mujer en política, administración pública y gobierno.
Fue un ferviente admirador de la belleza femenina. Auspició veladas, elecciones de reina de belleza. Le cantó a las soberanas, en Chile, Argentina y España, con versos bien construidos, hermosas metáforas y ritmo que invitaban a escuchar.
Abrió las vías de los premios valiosos: viajes a Buenos Aires, concursos literarios, entrega de juguetes a niños de escasos recursos, bailes populares.
De su bolsillo financió grandes espectáculos con Natalio Tursi y su orquesta de tangos, bailes populares, funciones de teatro y premieres de cine en el Teatro Apolo.
Su visión política era muy particular. Amigo de los socialistas, de los radicales, de los agrario-laboristas, de los conservadores, de los social demócratas, de los falangistas. Era liberal, de partido y de mentalidad. Creía plenamente en la democracia y decía que “debemos ser gobernados sólo por los hombres más limpios”, no importa de donde vengan.
Enfatizaba en que el periodismo debía ser fiscalizador, sin “prestarnos para otorgar públicos certificados de buena conducta a los corruptos; ni amparar con un silencio cómplice a quienes realizan acciones sucias mientras su labor es remunerada por todos los contribuyentes”.
Creó el decálogo del Buen Candidato a un Cargo Electivo:
El Hombre Público Debe Tener:
1.- Recia Contextura Moral
2.- Probada Capacidad Intelectual
3.- Conocimiento Perfecto de los Problemas de su Comunidad
4.- Sensibilidad Social
5.- Espíritu Humanitario
6.- Amor al Trabajo y a la Producción
7.- Definido Sentimiento Democrático
8.- Orgulloso de Ser Chileno
9.- Residente de la Región o de la zona que representa y que se interese por su progreso
10.- Una vida que sea ejemplo de probidad y honradez
Sesenta años después, estos preceptos que publicaba en las páginas de “Crítica” (1949) se mantienen vigentes. Este decálogo debería ser impreso y sometido a análisis por parte de los electores. De seguro que muchos de los hoy luchan por un cargo electivo, no cumplirían con más de alguno de estos principios básicos.
“ACEPTACION O RECHAZO”…
Los anteriores párrafos son una ínfima parte de los antecedentes profesionales y personales de un personaje que hizo una no siempre reconocida labor en pro de una comunidad y a favor de un pueblo que luego de pasar por uno de los episodios más horrendos de la historia de la humanidad, comenzó a buscar refugio en las más diversas naciones.
Muchos de los inmigrantes, como los españoles que llegaron en el barco“Winnipeg” alquilado por Pablo Neruda, al pisar tierra chilena no sabían con quiénes o con qué se iban a encontrar o cómo sería el recibimiento para estos seres humanos desposeídos de todo, menos de las ansias de rehacer su vida y de reencontrarse con la paz y el respeto a su condición humana.
Los judíos no fueron la excepción. Aún cuando se estableció el Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, los refugiados y salvados de los campos de concentración de los nazis, no sabían si el nuevo territorio en la Palestina le sería grato o si allí acabarían sus penurias. Quienes permanecían en esa zona del Medio Oriente no habían estado tan seguros ni tranquilos durante el Holocausto y en la post guerra.
Las tropas británicas que ocupaban esos territorios y que tenían en sus manos el poder político y militar, no veían con buenos ojos la llegada de miles de sobrevivientes a ocupar esas tierras palestinas. Más aún, cuando los judíos rescatados eran de las más diversas nacionalidades, con idiomas, usos y vidas distintas; pero con un eje central: la fe, la religión y las tradiciones, llámense festividades y principios basados en los libros sagrados.
Por lo tanto, miraban con buenos ojos hacia el sur. Hacia una tierra desconocida, pero alejada de los resabios de la guerra.
En esos años, ya había situaciones políticas diferentes en cada uno de los países de América del Sur, que hacía que las condiciones fueran también variadas para los que arribaban.
Además de ellos, también algunos jerarcas nazis, soldados, intelectuales y seguidores del régimen hitleriano, habían huido de los territorios ocupados que conformaron el Tercer Reich y habían encontrado en el cono sur un refugio propicio. Vasto territorio, trabajo, contactos, buena acogida. De hecho, al pasar de los años se descubrió que muchos altos oficiales nazis, criminales de guerra y torturadores, gozaban de plena libertad en Sudamérica. Muchos lograron ser ubicados, capturados y procesados. Otros, sencillamente escaparon de las manos de la justicia, amparados por redes de protección.
Sin embargo, lo que hizo que hurgáramos en las páginas de la historia, fue un artículo que leí en el libro “Entre la Aceptación y el rechazo”, América Latina y los refugiados judíos del nazismo. Está editado por Avraham Milgram y me fue obsequiado en el Instituto Internacional de Investigación del Holocausto de Yad Vashem, durante el Seminario al que asistí en Jerusalén, Israel, del 13 al 27 de enero de 2008.
Esa edición del año 2003, trae un artículo sobre “Chile y la Inmigración Judeo-Alemana”, escrito por Irmtrud Wojak, quien hace un análisis de la situación política migratoria desde los años 1933 en adelante.
De inmediato, luego de leer los antecedentes históricos que presenta el escritor, llegué a la página 155. Se había criticado al diario El Mercurio por ser “reticente a la inmigración judía”. A los diarios “El Imparcial” y “Diario Ilustrado” los mencionan diciendo que “durante meses publicaron noticias sobre la inmigración (judía) con claros tintes antisemitas”.
Eran los tiempos de Jorge González von Marés, de la aparición de grupos nazis locales, de parlamentarios que clamaban a viva voz que se restringiera la inmigración judía a Chile. En el Senado de 1939 se formó una comisión especial “para investigar todo lo relacionado con la entrada al país de inmigrantes judíos”.
El sabio judío residente en Chile, doctor Alejandro Lipschutz, personalmente realizó gestiones para ayudar a conseguir visas para algunas familias judías que él conocía en Europa. Muchos lograron ese permiso, pero ya habían sido llevados a un campo de concentración.
La situación en Chile no dejaba de ser polémica en relación con permitir la llegada de estos grupos de inmigrantes que buscaban arrancar del horror de la guerra y salvar a sus familias.
Es aquí donde resulta valioso rescatar en la página 155 del citado libro el siguiente párrafo donde se escribe que “Los semanarios Ercilla, Hoy y el diario Crítica, que contaban con una circulación más reducida, mostraban una tendencia más positiva con respecto a la inmigración judía. Personajes de la vida pública, periodistas, escritores y artistas hicieron oír sus voces en las páginas de estas publicaciones”.
Mi curiosidad periodística y mi permanente búsqueda de antecedentes históricos para respaldar los escritos y la búsqueda de lo que hay detrás de la noticia, me llevó a hurgar en los viejos depósitos de libros y colecciones empastadas en cuero azul y negro, de lo que se conserva de los diarios de mi padre, en la casa familiar de Rancagua.
Tomé el primer compendio de “Crítica”, desde su fundación hasta el 14 de mayo de 1949.
Las viejas páginas amarillas, impresas en forma excelente por una prensa tipográfica de antigua data, mantenían intactos los textos. Me llamó la atención un editorial, dedicado al primer aniversario del establecimiento del Estado de Israel por las Naciones Unidas, el 14 de mayo de 1949.
Voy a reproducir a continuación ese editorial. Sin embargo, quiero tomar un minuto para darles a conocer la directiva de la Colonia Israelita Residente en Rancagua (1949):
Presidente: Nathan Pessa
Vicepresidente: Sigfrido Lewin
Secretario: Rafael Ventura
Tesorero: Isaac Buchuk
Vocales: David Benadava, Marcos Katz e Isaac Weinstein
Fueron muchas las importantes familias que se establecieron en Rancagua y que luego fueron emigrando a la capital, en busca de mayores posibilidades y campo ocupacional para sus profesiones. Los Bonomo, los Colodro, los García, los Jacob, los Bencke. Y además los Cohen, los Bleiweiss, los Gurovich, los Koritzma... muchos más.
Hurgando esas amarillas páginas de la colección de “Crítica”, reproducimos lo siguiente:
LA COLONIA ISRAELITA RESIDENTE
(Editorial del diario “Crítica”, Mayo 1949)
La creación del Estado Israelita, cuya fecha oficial se ha fijado en el 14 de mayo de 1948, o sea, hace justamente un año, sorprende en Rancagua a una pequeña Colonia, que aspira a realizar una labor de conjunto que identifique a sus miembros con los sentimientos nacionales.
Y en este afán, están procurando por todos los medios provocar un verdadero acercamiento, para cuyos loables efectos se han acercado a la prensa regional, en demanda de comprensión y de estímulo para la cristalización de sus propósitos.
Estas circunstancias nos mueven a hacer un pequeño análisis de la acción que ha venido desarrollando la Colonia Israelita Residente, y lo que podría hacer en un futuro cercano para dar satisfacción a sus caros ideales.
Y, frente al primer panorama debemos recordar que no obstante lo reducido de su número, en diversas ocasiones han contribuido a las iniciativas de nuestras autoridades, especialmente a las que han tendido a procurar un apoyo moral y material a los niños desamparados.
Nada representa, sin embargo, estos aportes, ante el general prestado al mundo por sabios judíos, con quienes la humanidad entera ha contraído compromisos de gratitud, que nadie podría negar, por enconado enemigo que fuera de los israelitas.
Bastaría con citar a un solo personaje de los tiempos modernos, Einstein, para reconocer el aporte judío a la civilización. Que si tuviéramos que remontarnos al comienzo de la Historia judía, no podríamos hacerlo honradamente, sin tomar en cuenta al mismo tiempo la propia historia de la tierra y las conexiones históricas entre ella y el pueblo judío.
De ahí que comprendamos este afán que mueve a los judíos residentes para estrechar sus relaciones con los chilenos, buscando en este campo el camino hacia el progreso. Quieren ellos identificarse con nuestras propias emociones; con nuestros propios problemas; con nuestras inquietudes. Y, como si en sus oídos aún resonaran las palabras de un Herzl, siendo el llamado de este visionario: “Agrupáos jóvenes judíos, os necesitamos. Debéis ser fuertes y útiles y estudiad con sed y entusiasmo. Se os llama despectivamente; pues cambiad el nombre y transformadla en un nombre de honor: Judíos Jóvenes”.
Y así se cumple un aniversario de la creación del Estado Israelita, que ve a sus hijos diseminados por el mundo, buscando una perfecta orientación en la perfecta comunidad de los pueblos.
No bastó ese editorial en esa edición de “Crítica”, sino que a página entera se colocó un anuncio que decía: “El pueblo de Israel encuentra su destino. La formación del Estado Israelita representa el acto justiciero más grande de todos los tiempos. La humanidad entera fijó sus ojos en este pueblo que buscaba lo que le correspondía por derecho. Y fue el mundo civilizado el que ratificó con su ayuda moral la formación del Estado de Israel. Los israelitas residentes, tienen un sentimiento de fraternal afecto por los chilenos; porque ha sido la Patria de O´Higgins, quien les ha abierto las puertas ampliamente, sin prejuicios raciales, dándoles acogida de hermanos. Nuestro Homenaje con ocasión del Primer Aniversario de la creación del Estado Israelita”.
Así va tejiéndose la Historia. Las hemerotecas guardan celosamente en sus páginas la actualidad del pasado, que resulta indesmentible. El futuro da la razón a los que la tenían y repudia a los que usaron las páginas de otros medios para sembrar odio, intolerancia, maldad.
Por eso es que quise abrir las amarillentas páginas de “Crítica” y comprobar lo que decía el articulista Irmtrud Wojak. Sesenta años después recién me enteré de lo que mi padre había hecho por la hermandad y la fraternidad entre esa pequeña colonia judía que se asentó en Rancagua después de la persecución nazi y por todos quienes habitaban y habitan esa histórica ciudad.
Es importante dejar en claro que así como fue ejemplo de integración de los judíos a nuestra comunidad, también abrió las páginas de su diario y sus brazos a las nuevas generaciones de españoles, de sirios y de otras nacionalidades que llegaron a Chile buscando mejores posibilidades, libertad y democracia. Eso hace que sea ejemplo de Hermandad, de Paz y de Tolerancia.
Tal vez ahora entiendo más cuando mi hermana Liliana, también periodista, al comentar mi blog, dijo que estaba convencida de que si mi padre lo hubiera leído, se sentiría orgulloso. Es muy posible que ahora, con los avances de la cibernética, tal vez lo esté siguiendo desde el más allá.
Más aún, me resulta cada vez más lógico que la Municipalidad de Rancagua tenga un proyecto, pronto a ejecutar, para bautizar una calle o una plaza con el nombre de este visionario periodista. De verdad que se le debe mucho.
Si a algún concejal o al edil le interesa saber qué ha pasado con esta iniciativa presentada en la sesión ordinaria número 093, del 3 de Febrero de 2003, en la Ilustre Municipalidad de Rancagua, tal vez pueden preguntar a la Dirección de Obras Municipales, a quien se le encargó emitir un informe al respecto.
Muchas plazas, nuevas calles y avenidas, tal vez la misma esquina de las calles Millán y Campos, recibirían con agrado el homenaje a este ciudadano que hizo patria y que amó a la ciudad que lo acogió con amor: Rancagua.
Entre nosotros y que de aquí no salga: Mi padre nació en San Rosendo... Cuando esa ciudad era el corazón del transporte férreo de Chile y el mayor centro comercial del centro-sur de Chile.
Hizo de Rancagua su cuna y su nido fecundo y allí realizó su obra hasta el día de su deceso, hace poco menos de 8 años.
Todo esto que he narrado, es apenas lo sucedido en un año. (1949)... Si quieren más, actualicen los datos y multipliquen por 60.
Nota: Hay quienes me preguntaron quiénes estaban en esa foto...
Aparecemos mi padre, y yo en mi primer automóvil, en la Plaza de Rancagua, rodeados de numeroso público que quería ver mi bólido de aluminio en acción.
(Tulio Astudillo)
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