El Tarot, la Astrología y otras yerbas…

· Personajes hábiles con las manos y el verbo, se las ingenian para ganar abundante dinero. Predicciones se hacen de tal forma que nunca fallan.

Hace casi 30 años, recién regresado de Puerto Rico, un sábado cualquiera caminaba por el centro de Santiago con un amigo de origen belga.

En cuestión de segundos lo vi apegado a una vitrina, de las numerosas tiendas de la Galería Imperio, que cerraban apenas dadas las 2 de la tarde.

Rubén, de apenas 18 años, con gran inocencia y desconocimiento de una de las realidades chilenas, en minutos estaba rodeado por dos gitanas mayores. Las mujeres, de floreadas faldas, hediondas a cigarrillo barato, de inmediato empezaron a hablarle de su futuro.

Le habían pedido dinero, a cambio de un conjuro para espantarle los “males de ojo”. Yo me detuve a un par de metros de distancia para observar las maniobras de las rapaces “videntes”, cuyo proceder yo conocía por las numerosas historias que de ellas siempre se han contado.

Mi amigo, incautamente, estaba quitándose un anillo de oro, herencia de su padre, cuando paré la farsa a costa de gritos. Con amenazas de llamar a los carabineros (que brillaban por su ausencia), logré que una de las gitanas sacara de entre sus dedos un billete de 20 dólares que estaba mojado y doblado en minúsculos cuadros. Mi joven amigo se lo había pasado a una de ellas a cambio de iniciar de inmediato el “trabajo” para librarlo del conjuro.

Cuando la gitana mayor escuchó mi grito de alerta, le tiró en la cara el billete apretujado y junto a su cómplice se alejó rauda del vacío pasaje comercial, profiriendo maldiciones en una lengua desconocida que sonaba a romané o a húngaro, por decir algo.

El artista circense, que había sido acróbata en alturas del famoso circo de “Los Muchachos de España”, venía de Puerto Rico con la troupe, que dirigía un cura de Orense, en Galicia. Rubén tuvo la ocasión de hacer buenos amigos en Chile y decidió dejar el circo con permiso de su familia, para buscar otros rumbos.

De hecho, luego de algún tiempo decidió volver a Bélgica y buscar mejores posibilidades en su país de residencia. Chile vivía una crisis económica que no permitía sobrevivir con los escasos empleos que se ofrecían. Menos aún, siendo extranjero. Por casi 30 años nos dejamos de ver. Nos encontramos gracias al Internet y mientras conversábamos con el sistema de video conferencia, junto a su esposa me contó que su vida había estado llena de altos y bajos.

Tal vez, si no hubiera mediado el engaño en el acercamiento de esas gitanas, y si las romanés no hubieran intentado robarle, posiblemente hoy estaríamos recordando sus predicciones y analizando si habían sido ciertas o simplemente un cuento barato y un “caza incautos”.

Los curanderos, adivinadores y futurólogos abundan. Algunos se han hecho famosos por sus contactos mediáticos y otros prefieren el anonimato para atrapar a los más débiles y desprevenidos y así “aliviarlos” principalmente de lo que llevan en el bolsillo.

En esta época abundan los lectores de las cartas del tarot y los que trabajan con todo lo que les proporciona el mundo esotérico. De esa forma, los más avezados, disfrutan de un buen pasar y reciben un aporte suculento de cada uno de los clientes que llegan a ellos en busca de ayuda para solucionar sus cuitas. Con el avance de la tecnología, han surgido especialidades nuevas. Hay quienes mediante una llamada por el ciberespacio, previo pago con tarjeta de crédito, son “capaces” de leer el pasado, el presente y el futuro. Hace algunos años, a través de una revista se publicitaba un vidente que leía las líneas de la mano usando una fotocopia de la palma adecuada, la que se acompaña con un llamado “giro postal”, que se adquiría en el Correo.

Hay otros especialistas que se llaman así mismos “lectores de auras”, intermediarios con el más allá, siempre que les paguen los del “más acá” y numerólogos.

Una famosa “mentalista” chilena se quejaba hace pocas semanas en la televisión que el negocio marchaba mal y que un “trabajo de magia negra”, que le había hecho una colega envidiosa, le estaba haciendo perder clientes.

Por supuesto, que ella, que tiene gran llegada en los medios, por su simpatía y su muy publicitada generosidad, no supo advertir el mal que se le venía encima y menos aún logró prepararse a tiempo un “detente”, una protección o un antídoto para contrarrestar los efluvios negativos y los conjuros que le mandaba la “otra bruja”.

Lo malo del caso fue que esta popular y simpática bruja no atinó a tiempo y le llegó la mala racha de una vez. Claro que ya debe haber tomado las precauciones necesarias para que la próxima vez no vaya a quedar en la ruina.

De todas maneras, me dieron dos recetas buenas para contrarrestar los hechizos. Como no soy muy ducho en repetir estos consejos, espero que resulten bien. La primera consiste en escribir en un trozo de papel el nombre de la persona que nos desea mal y doblarlo en varias partes y luego hay que ponerlo en el zapato derecho. Una de dos, o el papel se deshace con el sudor y desaparece el embrujo o el dobladillo nos causa tal malestar al caminar que nos sacará un callo que nos hará olvidar al enemigo.

La otra receta es simple: Se pone ruda fresca, con clavo de olor y azúcar a macerar en aguardiente. Cuando el licor está impregnado del aroma y ha tomado el color verdoso de la ruda, se bebe un vasito cada vez que se sienten las vibraciones negativas. Como el trago casero resulta muy embriagador, el mareo le hará inmune a las malas ondas… Ojo, cuidado con aficionarse a esta “protección”. Las pócimas mágicas más desagradables llevan patas de arañas, ojos de sapos, lenguas de búhos, plumas de cuervo y otros ingredientes que cada brujo o mago conoce y cuya fórmula guarda en secreto.

Desde que el tiempo es tiempo, se han usado varios tipos de talismanes: patas de conejo, cintitas rojas, cadenitas, medallas y medallones, cuernos varios, dientes de tigre y hasta clavos oxidados (cuidado con clavarnos y contraer el tétano).

Sin duda, hay algunos de estos personajes que son inmunes a todo. El talento histriónico, la habilidad para los negocios, el dominio del verbo y del poder de convencimiento, permiten que triunfen con sus predicciones, con sus horóscopos, recetas, consejos y servicios de consultas telefónicas y mediante el uso del moderno mundo del Internet, que les permite amasar fortunas, sin ni siquiera levantar el auricular de un teléfono.

Yo conozco uno de renombre internacional. Es rubio, alto, de edad incalculable, viste con ropas estrafalarias, bordadas y llamativas. El brillo de las lentejuelas ayuda a realzar su dominio de las pantallas. Como ex actor conoce exactamente las técnicas para apelar a un público masivo.

Su lenguaje fluido, sus años de “cancha” le han dado fama y dinero. Es una figura a otro nivel. En un e-mail me dijo que le gustaría venir a Chile, pero los interesados en contratarlo no contaban con los medios suficientes para cubrir sus exigencias. Así que muchos se han contentado con verlo en You Tube o en algunas apariciones “Cameo” de la televisión o en el cine.

A pesar de su edad, (nació un 9 de marzo de 1932), la magia del bisturí y del maquillaje le hacen ver como un “avejentado adolescente”. Es exitoso y millonario. Ha sabido aprovechar las horas y los días para amasar fortunas y, a pesar del vendaval de detractores y de críticos, su empresa no sabe de crisis ni de cifras en rojo.

Con ese ex actor de telenovelas tengo algo en común:

El afamado astrólogo junto a mí...

Ambos tenemos un doctorado honorario de la Academia y Universidad Filo Bizantina, emitido en Valencia, España el 23 de abril de 1974. El mío está registrado en el volumen F-2, Folio 149, de esa entidad.

Aprendí astrología con este personaje. Luego estudié las efemérides. Me metí a fondo en los depurados conocimientos de los rosacruces. Me hice un seguidor de Jess Stearn y Joseph F. Goodavage, entre otros.

Sin embargo, quien más luz me dio en esta ciencia fue el Arzobispo de Bizancio Mark Attanasios C. Karras. Cuando vio mi habilidad para la Astrología y mi capacidad de interpretar las cartas del Tarot, me dijo simplemente: “Nunca podrás ganar dinero con este don que tienes, porque no se debe cobrar por ayudar “.

En momentos difíciles me vi tentado a ofrecer mis servicios adivinatorios. Claro que eso significaba tener que cobrar y desoir el consejo que ese santo hombre me había dado hace casi 40 años.

Posiblemente ya tendría un maravilloso pasar, programas esotéricos, revistas de astrología, consultorios de Tarot y por qué no, hasta una tienda para vender pócimas mágicas, velas, despojos, lavados, amuletos, conjuros y mucho más, a costa de otros.

Dos veces traté de hacer negocio en este campo. Me interesé en una empresa de velas astrológicas en Puerto Rico y la fábrica se quemó. Luego, financié una partida de medallas con la imagen del actor-astrólogo y perdí más de tres mil dólares del año 1973.

Le presté un cheque de mi cuenta personal al dueño de Acuñaciones Puertorriqueñas para que hiciera dichos dijes, con el compromiso de devolverme el dinero en tres pagos. Los tres cheques que me pasó y que guardo de recuerdo, salieron sin fondos y el sujeto, nunca más fue habido… Total, mejor es intentar seguir en el periodismo o la docencia.

Por supuesto que las medallas, de dos tamaños, se vendían como recuerdo y amuleto mágico de ese conocido astrólogo. Y yo… jamás recibí ni un peso.

En Chile, hace unos meses, la Corte de Apelaciones declaró ilegal cobrar por la lectura del Tarot. Los “profesionales” de las cartas adivinatorias que se instalan en la Plaza de Santiago y en otras calles céntricas, no recibieron con mucho agrado esta noticia emanada de los tribunales, porque saben que la gente está ávida de saber lo que les depara el destino y ellos de predecirlo, a cambio de unas cuantas monedas.

Basta con un mazo de naipes, con una mesa portátil, un palito de incienso y una vela para juntar los billetes para el buen pasar diario. O bien, con una oficina llena de velas, sahumerios, o símbolos esotéricos. Si es mejor aún con una empresa internacional que permita vivir como un jeque árabe en vez de hacerlo como un santón hindú.

Claro que también se arriesgan a clausuras y multas de los locales donde se ejercen estas artes adivinatorias.

¿Qué hubiera dicho Monseñor Karras si me hubiera visto con turbante, capa brillante y otros elementos atractivos que me permitieran vender la suerte o mercadear el futuro?

Para que no todo sea crítica o alarde de mentalismo, me atreveré a hacer algunas predicciones para el futuro próximo o lejano. Veamos pues lo que dicen mis cartas, la bola de cristal, los huesos de pollo, las piedrecitas de colores que compré en la feria y otros:

- Habrá inundaciones y ciclones en los países más propensos a las fuertes lluvias y crecidas de ríos.

- Se luchará para disminuir el hambre en el continente africano

- Se conocerán varios atentados de grupos extremistas

- Aumenta el narcotráfico

- Una conocida artista se hará implantes de silicona

- Creativos de la televisión internacional preparan nuevo reality

- La gasolina y el petróleo experimentarán alzas y bajas en el mercado mundial.

- Brujos y videntes se la ingeniarán para buscar nuevas formas de captar clientes.

- Prepárese para recibir muchos correos electrónicos con noticias de herencias perdidas, de regalos, de premios gratis, a cambio de que mande sus datos personales, número de cuenta bancaria y otros...

El próximo año, si la vida nos lo permite, pónganse de acuerdo conmigo para analizar mis predicciones… Ahí verán qué tan buen adivino soy. Y… gratis.

(Tulio Astudillo)