Nuestra Razón de Ser...

La memoria permite evitar que los errores del pasado se repitan. Nunca más un Holocausto. No importa el origen, el sexo, la raza, la nacionalidad o la religión.
El recuerdo de la Shoá debe estar vivo. El número de seres humanos torturados, asesinados, sometidos a bajezas y degradados por el sólo hecho de ser o pensar diferente, es importante. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no importa la cantidad, porque no hay ni una sola vida humana despreciable. El dolor y el sufrimiento no se cuantifican.
Pretendemos educar, informar y entregarles opiniones mesuradas y consecuentes que nos permitan abrir a la razón nuestra alma, nuestra mente y nuestros corazones.
Iniciamos nuestra jornada educativa en el Año Nuevo judío, 5770, como un símbolo de cambio y de tolerancia.

El Editor

lunes, 21 de septiembre de 2009

"Operación Bernhard" para Falsificar Libras Esterlinas

· Prisioneros judíos, expertos en artes gráficas, fueron obligados a imprimir billetes de la más alta calidad, como parte de una conspiración del Tercer Reich para derribar la economía británica.
· Pudieron haber invadido Europa y los Estados Unidos con millones en moneda falsa hecha bajo las órdenes nazis.

La Operación Bernhard se inició en 1942. Los nazis, a través de su Departamento de Sabotajes idearon un plan secreto para debilitar la economía británica a través de falsificaciones de libras esterlinas y por ende, de la norteamericana, mediante la impresión de dólares falsos. Himmler tomó como suya la idea y se la comunicó a Hitler.
Para ello se creó una oficina en la SS, bautizada como 6-F-4. Estuvo a cargo del inspector de falsificaciones Bernhard Kruger. Este joven coronel de las SS, comenzó a buscar un equipo de trabajo en la sección de numismática del Reichbank, donde analizaban las colecciones de monedas y estampillas que eran quitadas a los judíos que se arrestaban.
Como allí no había especialistas en falsificaciones de billetes, los nazis decidieron crear un equipo de trabajo con prisioneros. Para ello, sacaron de los campos de concentración a judíos expertos en sus distintos campos: Impresores profesionales, artistas gráficos, tipógrafos, dibujantes, coloristas y expertos contables, del más alto nivel. Fueron trasladados al Campo de Sachsenhausen y ubicados en las barracas 18 y 19, donde estaban obligados a trabajar arduamente en este proyecto secreto de los nazis.
Estos bloques o barracas se llamaban “La Jaula de Oro”… Allí falsificaban también documentos, pasaportes y otros papeles para los espías nazis, por encargo del Servicio Secreto del Reich.
En Sachsenhausen se produjeron más de 134 millones de libras esterlinas, equivalentes al triple de la reserva que se guardaba en las bóvedas británicas. Se dice que el monto, hoy en día sería calculado en equivalentes a 3 mil millones de libras esterlinas.
Los prisioneros dedicados a estas tareas de falsificación, gozaban de algunos privilegios, tales como camas individuales, ropa de calle, obtenida de los prisioneros muertos en las cámaras de gas, comida mejor que el resto del campo y sala de juegos… Por supuesto que estaban siempre amenazados de muerte y eran obligados a mantener en secreto su trabajo. Ellos sabían que cuando no se les necesitara más o cuando se cumplieran los objetivos del proyecto, serían asesinados.
Entre 1942 y 1945 hubo 140 prisioneros dedicados a producir billetes de 5, 10, 20 y 50 libras esterlinas. El dinero falso era tan perfecto, que apenas podía distinguirse del original.
Para poder mantenerse más tiempo con vida, los prisioneros atrasaban los trabajos, mediante la confección de piezas defectuosas, de clisés (planchas metálicas) que había que repetir, de tinta de un color un poco diferente que se debía mejorar, de demoras en la impresión… pero, aún así se logró una alta perfección en los billetes.
Mucho de este dinero fue hecho circular a través de las embajadas alemanas y consulados alemanes de Turquía, España, Suecia y Suiza, donde fueron introducidos en el mercado local con pleno éxito.
Para evitar el pánico financiero, luego de descubierta la falsificación, el Gobierno británico permitió circular los billetes falsos, pagando con ellos deudas externas en los mercados internacionales y en transacciones locales. Churchill tomó la decisión de mantener el asunto como secreto de estado.
Al cumplirse la cuota de libras esterlinas, los prisioneros fueron obligados a falsificar dólares. Para reforzar el equipo, Kruger trajo a un artista judío ruso, experto en falsificación de arte y dinero, llamado Salomón Smolianoff. Este había sido enviado al campo de concentración de Mauthausen en 1939 y utilizado como retratista de los oficiales nazis y pintor.
Cuando fue necesario reforzar el equipo de Sachsenhausen, en 1944 fue trasladado a ese campo. Durante meses no pudo lograr una buena falsificación de dólares y sus compañeros trataban de atrasar y sabotear el proyecto. Cuando lograron producir dólares de alta calidad, los aliados ya estaban cerca y el monto impreso de dólares no era de gran magnitud.
En tanto los rusos cruzaron el Oder hacia Berlín y se desmanteló el frente oriental, los prisioneros y el taller de falsificación que habían sido trasladados a los Alpes y fueron relocalizados en el campo de concentración de Ebensee, en Salkzkammergut, Austria. Desde ese lugar fueron liberados por los estadounidenses.
Como las fuerzas aliadas estaban cerca, los nazis no pudieron deshacerse del dinero. De tal forma que arrojaron numerosas cajas con moldes y dinero falso al lago Toplitz, en mayo de 1945.
Smolianoff, al ser liberado huyó a diversos países europeos. Se dice que en Montecarlo perdió fortunas en los casinos y que falsificó documentos y papeles para judíos que querían emigrar a Palestina.
Hay quienes aseguran que murió en Argentina en 1960.
Uno de los sobrevivientes, Adolf Burger, impresor profesional, al ser liberado continuó su trabajo en imprentas. En el año 2006 publicó un libro con sus memorias y contó el caso de las falsificaciones con grandes detalles.
En 1959 se encontraron varias cajas de libras falsificadas en el fondo del lago Toplitz. En 1963 se prohibieron las expediciones de buceo y luego, en la década de los ´80, el Ministerio del Interior austríaco inició una amplia búsqueda. Los buceadores recuperaron más cajas de dinero falso, planchas de impresión, y material bélico nazi, tales como bombas, cohetes, minas, explosivos y armas de los alemanes, que habían arrojado al lago en su huída.
Algunos pescadores del sector, recordaban que en 1945, los alemanes les habían obligado a cargar misteriosas cajas en sus botes, ir lejos de la orilla del lago y arrojarlas al fondo de las aguas.
Los billetes falsos siguieron circulando hasta que el Banco de Inglaterra fue eliminando paulatinamente las denominaciones mayores de 5 libras y no los reintrodujo hasta entrados los años 60. En 1970 puso en circulación los nuevos billetes de 20 libras y en 1980 los de 50 libras.

LA PELICULA

Continuando con la serie de análisis de filmes que han reflejado de buen modo la verdad ocurrida durante algunos episodios del Holocausto, queremos recomendarles que vean esta película que originalmente se tituló “Die Fälscher”.

Obtuvo el premio Oscar a la Mejor cinta Extranjera en 2008.
Originalmente la película dura 98 minutos.

Es un drama protagonizado por Karl Markovics y August Diehl. Uno de los asesores fue el propio Adolf Burger, quien escribió el libro “El Taller del Demonio” (Devil´s Workshop), en que narra su participación en la Operación Bernhard”.
Burger, a quien vemos en la foto, aseguró hace unos meses a Andrew Bailey, cajero jefe del Banco de Inglaterra que “no se preocupara, porque prometí que no volvería a hacerlo de nuevo (falsificar)”.

Este artista gráfico se encuentra capacitado para hacer billetes modernos, a pesar de los avances técnicos que impiden su falsificación… pero después de la experiencia que tuvo con los nazis, no quiere oir hablar de este tema.
Burger, judío eslovaco, tiene 91 años en la actualidad. Hace unos meses fue invitado por el Banco de Inglaterra para inspeccionar algunos billetes. De inmediato reconoció uno de los que hizo bajo las órdenes de los nazis y señaló sonriente: "Sí, éste es uno de los míos". Luego mostró algunos aspectos que le permitían reconocer su trabajo en el campo de concentración de Sachsenhausen.
(Tulio Astudillo)

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