Nuestra Razón de Ser...

La memoria permite evitar que los errores del pasado se repitan. Nunca más un Holocausto. No importa el origen, el sexo, la raza, la nacionalidad o la religión.
El recuerdo de la Shoá debe estar vivo. El número de seres humanos torturados, asesinados, sometidos a bajezas y degradados por el sólo hecho de ser o pensar diferente, es importante. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no importa la cantidad, porque no hay ni una sola vida humana despreciable. El dolor y el sufrimiento no se cuantifican.
Pretendemos educar, informar y entregarles opiniones mesuradas y consecuentes que nos permitan abrir a la razón nuestra alma, nuestra mente y nuestros corazones.
Iniciamos nuestra jornada educativa en el Año Nuevo judío, 5770, como un símbolo de cambio y de tolerancia.

El Editor

domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Va el cine Hacia Un “Holocausto Light”?

* Algunas cintas muestran distintos aspectos de la vida durante el nazismo. Hay excelentes filmes documentales que reflejan el horror y los sufrimientos de los judíos y perseguidos durante la “Shoá”.
* Otros productores buscan los elementos sensibleros que distorsionan un tanto la realidad, empleando como protagonistas a niños prisioneros en los campos de exterminio.
Hace unos días se presentó en algunas salas de Sudamérica y en los Estados Unidos, el filme de Quentin Tarantino “Bastardos sin Gloria” (Inglorious Basterds). Muy al estilo de este cineasta italiano, la cinta “de héroes y bandidos” presenta escenas del Holocausto, que tienen como escenario el primer año de la Francia ocupada por los nazis. Muy pronto será estrenada en Santiago de Chile.
La película cuya producción no escatimó en ocupar todos los elementos técnicos del momento y los efectos propios de este director, sirve de catarsis para quienes aún se duelen por las atrocidades cometidas por los nazis contra los judíos y que hubieran querido que los judíos hubiesen tenido la oportunidad de reaccionar o defenderse contra ese brutal enemigo.
Todo elemento que mantenga viva la memoria, permite rendir tributo a las seis millones de víctimas judías del nazismo, régimen totalitario que sació su sed de sangre y de maldad con personas comunes y corrientes, que sólo pecaban por tener una religión distinta y pensar diferente. De esos seres humanos asesinados, más de un millón y medio fueron niños.
En la película de Tarantino, se muestran seres humanos reales, con pasado y presente… y con un futuro incierto. Profesionales, artistas, soldados, todos con un propósito común: vengarse de los opresores… darle un golpe duro a los invasores.
Entre los protagonistas se cuenta Brad Pitt, quien en su papel del teniente Aldo Raine, organiza a un grupo de judíos para tomar rápidas y brutales represalias contra jerarcas nazis.
Estos llamados “malditos bastardos” son los encargados de pagar a los nazis con su misma moneda y así satisfacer los deseos de revancha de una jovencita, Shoshana Dreyfus, quien presenció la muerte de toda su familia a manos del Coronel nazi Hans Landa.
La cinta pone suspenso, risas y un derroche de sangre, pero deja satisfechos a quienes esperaron ver cómo hubiera sido la otra cara de la medalla. Fue estrenada el 21 de agosto en los Estados Unidos y el pasado 3 de septiembre en Argentina. Pronto se verá en las pantallas chilenas.
Las ejecuciones masivas y los asesinatos de familias enteras, eran los métodos más efectivos usados por los nazis para eliminar a los judíos, sin importar hora ni lugar. Era común ver muertos en improvisadas horcas o bien tirados en la calle con un disparo en la cabeza. Pretendían así imponerse por el terror y buscar la forma de crear un ambiente de escarmiento hacia esos indefensos enemigos del Tercer Reich .
Sin embargo, las cámaras de gas y los hornos crematorios fueron los elementos más eficaces empleados para la eliminación de millones de judíos y en especial de ese millón y medio de pequeñas criaturas que no servían de mano de obra a los nazis y que sólo les significaba consumo de las ínfimas raciones y malgasto de espacio en los campos de exterminio.
Los pequeños eran separados de sus padres y de sus familias al momento de llegar a las plataformas de desembarque de los trenes en que se transportaba a los prisioneros apiñados cual ganado.
No había reacción alguna que sensibilizara a los guardias y que permitiera a los niños estar con sus progenitores. Si les causaban problemas o disturbios, la primera reacción era un tiro en la nuca o un golpe con la culata de sus rifles, que les provocaba un traumatismo mortal.
Ni siquiera los pequeñitos que se encerraron en el campo “modelo” de Terezin, en Checoslovaquia, se libraban de la muerte. Se les vestía, alimentaba y cuidaba para ser exhibidos ante los comités de la Cruz Roja que visitaban las prisiones nazis para ver el estado de los internos.
Una vez que esas personas dejaban el campo, los niños eran asesinados. Así se iba dejando espacio para otros y otros, hasta que se completaron más de 15 mil pequeñitos y preadolescentes que fueron exterminados sólo en ese recinto.

CON “PIJAMA”…
El cine actual tiene la posibilidad de recrear, de documentar, de interpretar y también de tratar de diversas formas los temas que son serios y transcendentes. Hay quienes utilizan estilos más dinámicos y frenéticos para crear conciencia de una realidad y otros que buscan lo gacetillero y magazinesco.
Hace un tiempo, llegó a mis manos una cinta basada en el libro de John Boyne, titulada “El Niño con el Pijama de Rayas”.
Es una de las películas actuales, que trata el tema del Holocausto con gran liviandad. Raya en lo trivial y puede decirse que presenta el tema de la Shoá, como un drama simple utilizando a dos niños (uno de padres nazis y otro judío), para sensibilizar a los espectadores.
El protagonista, un jovencito alemán, Bruno, de apenas 8 años, sale a excursionar por los alrededores de la casa que ocupaba junto a su padre el nuevo Comandante del campo y su familia. Pensaba que el cerco alambrado y electrificado que encontró en una de sus salidas, guardaba una granja donde sus habitantes trabajaban con el pijama puesto (haciendo alusión al traje rayado de los prisioneros judíos).
Su antagonista es un niño llamado Schmuel, de la misma edad, quien en sus mínimos momentos de descanso se sentaba frente a las púas a mirar el horizonte.
Cabe destacar que en el transcurso del film, el niño judío es llevado a la casa del Comandante para limpiar unas copas. Es sorprendido por un oficial cuando masticaba una galleta que le pasó su nuevo “amigo” Bruno. El nazi lo castiga y en la escena siguiente se ve con apenas un ojo morado.
La realidad en los campos fue otra. El que era atrapado robando alimentos, no vivía para contarlo. Además, los nazis no usaban niños en las tareas de sus hogares y menos aún para el servicio doméstico. Ambos jovencitos mueren, paradojalmente, en la cámara de gas, ya que Bruno entra al campo vestido a rayas para jugar y justo cae con su amigo Schmuel en un grupo enviado a “las duchas de la muerte”.
Miles morían de hambre y de enfermedades en los ghettos. Centenares eran sometidos a experimentos y mutilaciones en los laboratorios y centros de investigación genética. Los chiquitos eran los que se enviaban primero a la muerte, los que no sabían de amor ni cuidados.
Tampoco eran los que juegan a las escondidas o quieren ganarse un tanque o van a cumpleaños de los niños nazis, como en el filme, “La Vida es Bella”, que también da una visión del Holocausto como una gran ronda infantil. Ambas películas son casi kitsch. Presentan un Holocausto light, evadiendo tocar el punto clave: El sufrimiento de los inocentes, la monstruosidad de sus captores y su intento de exterminio masivo.
Pese a todo, esa cinta obtuvo valiosos premios de la industria y ha sido vista por millones de personas.
Aún así, pensamos que hay que buscar más allá y ver, por ejemplo, como vivieron los niños en los ghettos o en Auschwitz, Treblinka, Majdanek, Sobibor, Mathausen, Bergen-Belsen y en otros campos de exterminio, si es que lograban llegar a ellos con vida.
Diferente es el caso de una película que presentó la cadena de televisión CBS. Muestra la historia de una mujer católica polaca, Irena Sendler, quien salvó a más de 2.500 niños arriesgando su propia vida. La cinta titulada en Inglés "The Courageous Heart", es inspiradora y un verdadero himno a la vida. La heroína vivió en Polonia hasta los 98 años. En 2007 fue nominada para el Premio Nobel de la Paz.
Tal como dice el lema de los Justos entre Las Naciones: “Quien salva una vida, es como si salvara la humanidad entera”.
Acciones como estas permiten demostrar que el Holocausto no es un tema para tratarlo superficialmente. Hay más de seis millones y entre ellos un millón y medio de niños judíos asesinados que así lo demandan…
Lo ideal es mantener la solidez y la fuerza de la memoria, con apego a la verdad más absoluta, para no reemplazar la realidad histórica por las interpretaciones que caen en lo “light”.
Por supuesto que no podemos olvidar series como “Shoa” y “Auschwitz” y las películas “El Diario de Ana Frank”, “Amen”, “La Lista de Schindler”, “El Pianista”, “La Resistencia”, “Hijos de un Mismo Dios”, “Juicio de Nuremberg”, “Sophie Scholl”, “Los Falsificadores”… El cine, como toda industria, también tiene sus aciertos.
Muy a propósito dejé de lado “Escape de Sobibor”, una cinta que se hizo con la ayuda de sobrevivientes de ese campo de exterminio en la frontera con Ucrania y que cobra actualidad con el procesamiento de un guardia nazi, que fue extraditado hace semanas de los Estados Unidos a Alemania, por alegaciones que lo comprometen como cómplice del asesinato de más de 29 mil judíos en ese campo.
John Demjanjuk ha sido reconocido por testigos y entre ellos por Thomas Blatt, quien escapó de esa prisión. El escritor Jules Schelvis, también sobreviviente ha narrado en su más reciente libro los horrores de ese campo a manos de los nazis.
Nota: En las próximas actualizaciones de nuestro blog, entregaremos un completo reportaje de nuestra visita a ese campo, que es hoy un museo y que piensa restaurarse para que nuevamente los visitantes puedan observar sus instalaciones.

Tulio Astudillo

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